Escritor venezolano (Barcelona, Anzoátegui, 1964). Abogado de la Universidad Santa María (USM, 1988) y especialista en derecho administrativo (USM, 1988). Profesor en la Universidad José María Vargas (UJMV). Tallerista del Consejo Nacional de la Cultura (Conac) en materia de legislación cultural y descentralización del sector cultura. Asesor de la Comisión de Ambiente de la Cámara de Diputados del Congreso de Venezuela. Asesor de la Comisión de Cultura del Colegio de Abogados del Distrito Federal. Consultor jurídico adjunto y adjunto al director general de la Fundación Teresa Carreño. Asesor jurídico de Clada-Danzahoy, Fundación Artistas por la Vida y de Fundavisual Latina. Abogado de varias empresas e instituciones privadas. Agente de la propiedad intelectual. Consultor jurídico de la Fundación Cinemateca Nacional y de la Fundación de la Diversidad Cultural. Actualmente columnista de varios diarios en Venezuela, Miami y Suramérica, así como en páginas de Internet.
Conocerlo es una manera de adentrarnos a un mundo donde la justicia y la belleza se entrelazan para demostrarnos que es posible leer poesía y encontrar cargas de opinión en los mensajes que este autor transmite. No es complicado leerlo, tampoco lo es encontrarlo. Sus columnas son un remanente de una labor que tras los años permanece como estaca en el corazón de la opinión público venezolana. Quisimos preguntarle algunas interrogantes que teníamos al respecto de su diarismo y sus trabajos profesionales , aspectos que ha llevado muy bien para compaginarlos con su otra pasión, la escritura literaria.
Jesús, ¿qué fue lo que inicialmente te atrajo hacia el campo del derecho y cómo decidiste especializarte en derecho administrativo?
Lo cierto es que siempre lo tuve claro, y en ello –aunque suene a lugar común- los ideales de justicia, no hacer daño a otro, la no discriminación, entre otros valores y principios, fueron determinantes a la hora de escoger una carrera universitaria para graduarme y ejercer en ella.
Recuerdo que en VTV trasmitían un programa llamado “La dama ciega” dedicado a temas jurídicos, y conducido por los doctores Alberto Martínez Moncada y Eduardo Guzmán Pérez. ¡Oh sorpresa! Ambos fueron mis profesores.
Fíjate que los tres primeros años de bachillerato los cursé en la Escuela Técnica de Comercio “Dr. Felipe Guevara Rojas” en mi Barcelona natal (en otros colegios le llamaban Ciclo Básico Común). En esa etapa cursé 14 materias en primer año, 15 en segundo año y 14 en tercer año. Y cuando llegó la hora, me cambié de liceo a estudiar Humanidades, cabalmente porque quería estudiar abogacía.
Y el derecho administrativo me atrajo porque siempre sentí inquietud por la estructura jurídico-política del Estado, y en particular, trabajando en la Fundación Teatro Teresa Carreño, me correspondió participar en la reforma de sus estatutos sociales, y empaparme necesariamente, de figurar como tutela, adscripción, fundaciones de Estado, institutos autónomos, presupuestos ordinarios, créditos adiciones, rendición de cuentas, subvenciones, subsidios, empresas del Estado etc.
Como profesor en la Universidad José María Vargas, ¿qué aspectos del derecho administrativo te apasiona transmitir a tus estudiantes?
Cuando fui docente, siempre procuré inculcar a mis alumnos la diferenciación entre Estado, Gobierno y Nación, además de todo cuanto mencioné en mi respuesta anterior. Y muy especialmente la responsabilidad del Estado ante los ciudadanos, que somos todos, también llamados administrados con deberes, pero sobre con derechos.
El Estado es responsable conforme con la Carta Magna, pero como no hay confianza ni certeza, muchos ciudadanos a los que se le violan derechos humanos, o que por la acción o inacción del gobierno ven afectados sus intereses, acciones o derechos, se abstienen de accionar contra ese Estado por no creer en las instituciones. El tema es complejo, pero lo resumiría, y no precisamente para salir del paso o escurrir el bulto, el Estado es responsable y todo ciudadano tiene derecho a accionar cuando se vea afectado. Faltan funcionarios que pongan en acción los instrumentos, mecanismos y procedimientos previstos en las leyes y hacerlos cumplir.
¿Podrías contarnos más sobre tu papel en el Consejo Nacional de la Cultura (Conac) y cómo has contribuido a la legislación cultural?
En el Conac fui asesor, y mi último cargo de nómina fue Director de Procedimientos e Investigaciones Especiales en la Unidad de Auditoría Interna, una suerte de “contralor”, Intervine en la instrucción de procedimientos, así como en el cierre de otros, todos conforme a derecho. Y antes viajaba por Venezuela con auspicio del Conac, exponiendo mi parecer sobres las leyes que en materia de cultura debían actualizarse, ponerse a tono con los tiempos. Y asimismo, expresando la necesidades de dictar otras en campos que lo requerían o justificaban: patrimonio cultural, Ley de Cine, Ley de Protección al Artista, Ley de Incentivos Fiscales para los hacedores de cultura, antros otros. De igual modo insistía en la necesidad de descentralizar a las regiones el sector cultura, con transferencia de competencias y de recursos. Una manera de que no todo se manejara desde Caracas.
En tu rol como asesor de la Comisión de Ambiente y Cultura en la Cámara de Diputados del Congreso de Venezuela, ¿cuáles han sido algunos de los desafíos más significativos que has enfrentado?
En ambiente, la Ley Penal del Ambiente y la reforma de las leyes que rigen (o regían) a ciertos institutos autónomos vinculados directamente a la materia ambiental. Con relación al sector cultura, creo haber dado respuesta antes.
¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando con la Fundación Teresa Carreño y cuáles son algunos de los logros más destacados en tu colaboración con ellos?
Uno tiene que librarse del autoelogio, pero aquí resulta ineludible, aunque créeme, no es mi intención. El teatro se inauguró el 19 de abril de 1983, y al mes siguiente (25 de mayo) ingresé como mensajero (el primero) y con salario mínimo (1500 bolívares) un dineral. Después de ocupar varios cargos, en ascenso, renuncié ocupando el cargo de Adjunto del Director General. Entre mandando Luis Herrera, ganó Lusinchi y luego el presidente Pérez en 1988; Nadie me pidió carné. Viví la mejor época del teatro, bajo la dirección de Elías Pérez Borjas. No terminaría si intentara enumerarte todos los eventos, experiencias y magníficos espectáculos que allí se escenificaron.
En cuanto a logros, la participación en la realización del organigrama de la institución, la puesta en funcionamiento de la consultoría jurídica, haber colaborado en las Primeras Jornadas Nacionales de Legislación Cultural y desde luego, la reforma de sus estatutos sociales, como dije antes.
“No fue en vano mi paso por el Teresa Carreño”, afirmó la prestigiosa y admirada periodista Katty Salerno.
¿Qué te motivó a involucrarte con organizaciones como Clada-Danzahoy y Fundavisual Latina, y qué impacto crees que has tenido en ellas?
Con Clada-Danzahoy porque era la compañía de danza contemporánea residente en el teatro Teresa Carreño, y Luna Benítez, su Directora General confió en mí, lo agradezco. A la salida de Luna por ser nombrada Presidenta de una Fundación de Estado, Claudia Urdaneta –una de las mejores gerentes culturales de este país- me pidió que continuara como asesor legal de la compañía. Aún conservo, por dicha, vinculación afectiva con la familia Urdaneta Urdaneta.
Y con Fundavisual-Latina, la célebre cineasta, recientemente fallecida, Margot Benacerraf, me llamó para apoyarla en su gestión, vista mi experiencia en la Cinemateca Nacional
En tu rol como consultor jurídico de la Fundación Cinemateca Nacional, ¿cómo abordas la protección de los derechos de autor y la preservación del patrimonio cultural?
Existe la Dirección Nacional de DD. AA como dependencia del Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI) y aunque el autor no está obligado a registrar su obra (lo dice la ley) yo siempre he recomendado registrar o recurrir a cualquier otro mecanismo lícito. para dejar constancia de la autoría de cualquier obra susceptible de protección por los DD. AA. Con relación a la propiedad intelectual, y en particular la referida al derecho de autor, es una tendencia de casi unánime aceptación universal que otorga la protección a las obras del ingenio por el mero acto de su creación; sin necesidad del cumplimiento de ninguna formalidad, de manera que el registro de la obra tiene un carácter exclusivamente declarativo y no constitutivo de derechos. No obstante, en nuestro ejercicio profesional aconsejamos a los autores proceder al registro correspondiente ante el órgano oficial correspondiente, en previsión de no verse afectados por el plagio o la llamada piratería, que, como tal no está contemplada expresamente como delito en nuestro ordenamiento jurídico venezolano; pero qué duda cabe, su existencia viciosa, perjudicial y evidente causa daño a los autores y a la economía en general. Como actividad “pirata” se conocen conductas y prácticas reñidas con la ley con los autores, obviamente.
La propiedad intelectual es la que más significado y elevación espiritual tiene, ya que se refiere a las obras hechas sobre la base de la potencia del alma humana. Este rasgo tan hermoso no está exento del valor del acto del trabajo, por añadidura cualificado, que implica esfuerzos y aun sacrificios. Una obra del intelecto es por tanto la más legítima fuente de orgullo para su autor. Y máxime cuando, si es científica, es de suma importancia para su patria y hasta para la humanidad toda.
El Depósito Legal (regido por la ley respectiva) es otro aspecto que obligatoriamente debe cumplirse.
Existe una Ley de Patrimonio Cultural, pero en muchos casos no se cumple. Conviene tomar conciencia en ese sentido, y las autoridades estar atentas a cualquier denuncia que en ese campo formulen los ciudadanos. Se trata de preservar la memoria histórica del país.
Estando en Cinemateca Nacional, me correspondió redactar el convenio que normaría EL ARCHIVO NACIONAL CINEMATOGRÁFICO BIBLIOTECA NACIONAL-CINEMATECA NACIONAL. Ojalá se encuentre en condiciones óptimas tal como lo promovieron mis dilectos Virginia Betancourt y Fernando Rodríguez.
Como miembro del Caracas Press Club y del Círculo de Escritores de Venezuela, ¿cómo ves la relación entre el derecho y la cultura en tu país?
A pesar del proceloso momento que vivimos, apuesto por la necesidad de que haya agrupaciones, gremios y asociaciones de distinta naturaleza dispuestos a promover, difundir y defender los valores y principio de democracia y libertad.
Dentro de la libertad integral que posee la persona humana, debe entrar de una manera especialísima la libertad de conciencia, pues el misterio de la trascendencia late incesantemente en el corazón del hombre y es ese misterio, acicate hacia la perfección total.
El hombre al defender los valores democráticos, y al enfrentarse a la discriminación y a la intolerancia, no hace otra cosa que actuar en defensa propia. El hombre al defender la riqueza del pensamiento libre y plural, no hace otra cosa que actuar en defensa propia.
Ante la mandonería o cualquier manifestación de barbarie, es preciso usar como armas de convicción y defensa las que esos regímenes no tienen: asomos de cultura y de sensibilidad.
¿Puedes hablarnos sobre el tipo de temas que sueles tratar en tus columnas y cómo eliges los temas para cada publicación?
Análisis político, sin pretensiones ni afán de figuración. Lo hago desde 2004, procurando siempre darle sustento y fundamentación legal, de modo de hacerlos incontrovertibles. Respeto la historia, y a menudo echo mano de ella.
No olvidemos que la memoria es de los demócratas, del autócrata el olvido. Mientras la justicia no logre ser una forma de la memoria, la memoria es en sí misma una forma de la justicia
Intento estar a tono con la actualidad, con intención a veces de esclarecer los hechos y al propio tiempo emitiendo mi opinión.
Tengo unas muletas interesantes: el humor, la ironía, el doble sentido (no soez), y el juego de palabras.
Es sabido que, si a algo temen los autócratas ensoberbecidos, es a la inteligencia de los humoristas traducida en la agudeza de una frase lapidaria, la acertada caricatura que los desnuda, o la parodia escénica que les deshace la parafernalia, reduciéndolos a objetos risibles.
Hay muchos motivos para reírse, hay muchos motivos para temer la zafiedad de un humor barato y hay muchos motivos para celebrar la inteligencia, la sonrisa, la imaginación y la sutileza de nuestras palabras.
Dijo bien Marcos Mundstock, cofundador del célebre grupo Les Luthiers, cuando afirmó:
“El ejercicio del humorismo, profesional o doméstico, más refinado o más burdo, oral, escrito o mímico, dibujado… mejora la vida, permite contemplar las cosas de una manera distinta…, lúdica, pero sobre todo lúcida…, a la cual no llegan otros mecanismos de la razón”.
¿Hay algún escritor o periodista que admires y que haya influido en tu estilo de escritura o en tu enfoque en el periodismo?
Gabriel García Márquez (escritor y periodista). Te cuento que Mita, mi madre, puso en mis manos Cien Años de Soledad cuando apenas tenía yo once años. Yo me enamoré de Pilar Ternera. Otros son o fueron L.B Prieto Figueroa, Aníbal Nazoa, Andrés Eloy Blanco, Juan José Peralta, Rodolfo Izaguirre…
¿Quién eres hoy y quién fuiste ayer? Una pregunta necesaria, aunque subjetiva. Tienes una playa inmensa para abordar cualquier punto.
Soy un buen abogado y articulista de opinión que, por añadidura, escribe poesía en rima y prosa, haikus, palíndromos, calambures, y hasta me he atrevido a escribir un cuento o cronicario, mejor dicho, con relatos o anécdotas recreadas en Guanape, Anzoátegui, pueblo de mis padres.
Ayer fui un soñador llegado a la capital que vivió una época fantástica, plena de oportunidades que supe aprovechar para bien, y conocer a gente maravillosa que aún están cerca de mí, porque la verdadera muerte comienza con el olvido.
Creo sinceramente que sigo siendo aquel soñador, por eso quiero mudarme a un mejor país, pero en el mismo sitio.
¿Qué te define como escritor?
La sensibilidad, el sentido de la justicia y el repudio a las miserias humanas. No se puede estar tan cerca del dolor y seguir viviendo con normalidad. El sufrimiento es una miseria y exaltarlo una perversión más. Sufrir es malo en sí mismo y punto.
¿En cuánto tiempo crees que se pueda alcanzar el éxito?
Aunque el reloj se detenga, el tiempo tiene sus propias manecillas.
¿Cómo es ser escritor en Venezuela?
Desde cualquier trinchera o sitio de lucha, es un oficio arriesgado. No son pocas las amenazas a la libertad de expresión, de modo que los escritores deben driblar, como Lionel Messi con el balón, con la noticia o sus relatos para hacer su trabajo o cumplir a cabalidad su ejercicio creativo.
Entrevistas que no publican, libros que no se presentan, y en fin, tantas manifestaciones de miedo que a mí me resulta imposible reprochar.
La tortura lesiona el cuerpo, la censura lastima el alma.
Redacción y entrevista al cuidado de Joiner Villasmil