Poemas del poeta venezolano Juan Caña

Juan Caña es estudiante de Química en la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Red de Embajadores de la Coexistencia y de la Red Iberoamericana de Jóvenes Ana Frank. Actualmente es jurado del IV Concurso de Ensayo del Centro Ana Frank Argentina y ha impartido diversas formaciones en escritura creativa desde el año 2023.

Su mayor interés es generar cambios positivos en el tejido social y cree firmemente en que la fórmula para lograrlo está en la juventud y el voluntariado.

Delirio IV

Un poco de verdad, un poco de mentira

Aquella conversación entre nuestras miradas como punto de partida

Sin rosas y mucho menos espinas

Solo acercamientos, ligeros movimientos de dos ecos lejanos

Faltó poco menos que un roce

Menos de lo que se tarda en formarse un recuerdo

Suficiente para incendiar lo que era cierto

            Pero oculto ante todo momento

Ni muy rápido ni muy lento

La fundición es un arte para pacientes expertos

Y cuando se trata del alma

Solo las manos que encajan

Son capaces de moldear hasta el mismísimo firmamento

Timonel

Álzate, fragata

Y vuelve a las olas que no paran de clamar tu presencia

Calma sus desvaríos con tu impoluta magia

Llena estas curvas tormentosas de tus ascensos y caídas

Con tu técnica y tus fantasías

Llena el mar con tus gritos y deseos

Tus órdenes y desenfrenos

Exagera tus movimientos en una danza rabiosa

            [con las noches más tormentosas

Álzate entre los mapas y los mitos

Y conquista como siempre

            [irracional y eternamente

Estas marejadas que aún esperan por tu cadencia

Postal II

Abrir la greca

Pensar tus besos

Verter el agua

Soñar tus gestos

Rasar el café

Controlar el fuego

Hervir todo

Reír por nada

Servir y llevar a la ventana

Decirte que te extraño no es suficiente

Ni hoy ni mañana

A la piel no le basta un fin de semana.

Postal 3: Sin rencores

Es cierto

lo noto en el ardor

ardor salvaje de tu afirmación

afirmación salvaje

            de poder

poder que destroza mi éter

sin querer

O quizás

sí fue queriendo

nunca te gustaron las cuentas

cuentas que te apretaban el aliento

un aliento que me debes  más

dos inviernos indecentes

tres vientres demasiado

para un cuarto sin movimiento

En un solo movimiento      sin consentimiento

se hicieron añicos

mis sordos pensamientos

aquellos mismos que hoy no giran

que setenta veces siete

no entenderán de perdonar

pues ocho años en exilio no son suficientes

para dejarte de odiar

Y no   no he venido a reclamar

más bien       diezmada por las dudas

atravesada por mis egos

por fin miro nuevamente al cielo

y te dejo la factura

esa que dice

que hoy valgo más que diez mil veces

un diez factorial

            Dime  ¿Tienes con qué pagar?

Redacción editorial

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