Cuatro poemas de Zoyret Coromoto Peñaranda

Zoyret Coromoto Peñaranda Rodríguez, nació el 03 de junio de 1974 en Barquisimeto estado Lara, Venezuela. Desde los catorce años escribe, iniciativa que tuvo una vez leído a Rubén Darío en el colegio y a Gabriel García Márquez. Obtuvo el título de licenciada en Comunicación Social en la ilustre Universidad de los Andes, ejerce  el periodismo desde plataformas digitales, es mamá a tiempo completo de Gabriela Desirée y esposa de su colega y compañero Carlos Álvarez.

I

Anticipar

Me he sentenciado en medio de las horas

Voy dedicando recuerdos al olvido…

Eternos como el tiempo indefinido, vuelvo tus miradas

Y aquellas palabras en silencio… estoy en ellas contigo.

Repitiendo en mí mente Qué dices?

Lo has dicho?

En esa ausencia tan marcada

Balbuceo la triste respuesta.

Voy anticipando las palabras

Se escuchan y son las mismas que las mias,

Soy tu espejo, no te olvides

Silencio enlutecido es la única respuesta.

II

Tus ojos Negros

En tus ojos negros va el silencio de mí boca,

Van mis besos con tu nombre Silencio!

No diré nada… nada

Van con ellos los ecos de mí alma… alma!

Van con ellos los ecos de mí boca.

En tus ojos negros van los ecos de la aurora,

Son despertares con olor a zafra dulce y amarga,

Así es la tierra que me espera…

Así eternos

Van contigo los ecos de mí boca.

III

Certeza

Un recuerdo trae otro recuerdo,

Y sin tiempo y sin aviso

Mostrado nuestra vida… un soplo!

Silenciosa llega golpeando

Y el corazón,  las venas y la sangre

Dice… Qué dice?

Esa incertidumbre se vuelve ocaso

Y en aquel horizonte enaltecido

Sin olvido, sin segundos, sin destino ya

La muerte enemiga

se vuelve en el descifrable camino.

IV

Relato Triste

Los árboles son como los hombres dormidos,

El tiempo con sus vientos los hace bostezar,

Sacudiendo sus hojas para envejecer con el cielo,

Entre añoranzas de hoy y sueños de ayer.

Y sin mirar el implacable reloj

La tierra los va abrazando,

Desde la raíz arraigada en un mundo indetenible.

Desde aquel ocaso que los toca cada mañana con sus días y días.

Así los árboles van despertando,

Cuando vaya a tu encuentro, serás como otro árbol.


 
 

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