Alicia Ángela Ortolani nació en San Isidro en diciembre de 1962 y escribe desde pequeña, pero recién a partir del año 2020 se atreve a dar a la luz su voz presentando sus cuentos y poesías en concursos nacionales e internacionales. Publicó su primer poemario A orillas del alma en septiembre de 2022, Editorial Botella al Mar, que también presentó en Valparaíso 2024. Su segundo poemario Hasta el Umbral, de Ediciones La Yunta, se publicó en junio de 2025.
Ganó 1.er premio en el Concurso Internacional de Cuento en Trujillo; mención en el Concurso Internacional de Cuento Sade Lomas de Zamora 2022; mención en el Concurso Internacional de Cuento Premio Italia Radici nel Mondo (agosto 2024); entre otros, mención especial en el “Premio Concurso Poesía Carmen Soler” (noviembre 2024).
Colabora con el programa radial La voz de la casita literaria en Radio Symphony y ha colaborado con el programa radial de España Poesía eres tú de Sofía Valencia. Forma parte del proyecto colectivo Imagen y Palabra, muestra itinerante donde las artes visuales dialogan con la palabra. Participó de varias antologías argentinas e internacionales.
Linaje
Llevo en mi piel
la piel de mis ancestros,
sus anhelos y los míos.
El aroma de la espuma y del océano,
el de mi tierra y el de otras tierras.
Llevo el vuelo de los vientos,
el perfume de mi piel en mi piel,
y el de otras pieles.
Llevo raíces arañadas
bajo fangos y suelos
y la sangre de tantos
latiendo en el cuerpo.
La voz
La voz,
la voz también fue cambiando.
Tuvo la debilidad de un pájaro en agonía,
la lumbre frágil en sus últimos fulgores.
La voz,
la voz fue anunciando el murmullo sutil
de una nueva voz, distinta,
cuyo sonido nos fue desconocido.
La voz empezó a ser parábola de lo divino.
Sinuosa línea de latidos
que insinuaban un diferente rumbo.
La voz ya no fue la misma,
se tornó cuerdas invisibles de laúd,
un suspiro inmerso en otro suspiro.
La voz,
la voz tan amada,
suave,
lentamente,
se fue acallando.
Fugitiva
Fugitiva en mi propia tierra,
extranjera de mí.
Busqué habitarme
desde los otros, imitando a esos otros
que tampoco llegué a conocer.
Errante, herida rota,
recorrí, des-corriéndome,
y me perdí a mí misma
ignorando si alguna vez me tuve.
Creí tenerme en otros,
no teniéndome,
sabiéndome una farsa.
Carrera loca hacia afuera.
Quise pronunciar mi nombre
y el nombre había sido olvidado.
Me miré al espejo
y me reconocí en mis propios ojos.
Era tiempo de encontrarme.
Atemporalidad
Quise retener la imagen,
eternizar la escena,
pretendiendo detener las horas
y burlar así al tiempo.
Vana ironía la de los mortales
que huyendo de él
en él se disuelven.
Miseria I
La tarde fue una tarde más
en el cemento ardiente
de una ciudad aturdida
con hambres distintas.
El cielo fue el mismo,
para todos.
Escondió sus ojos
para conservar lo único
que le quedaba.
La niña de quebrada inocencia
buscó en el basurero
mendrugos de pan.
Allí ensució su carne
a la vista de todos los ciegos
que no la vieron pasar.
Redacción editorial