Parece sencillo, pero no lo es. Cuesta creerlo y tampoco hay esfuerzo. Para hacer crecer una marca, cada granito cuenta. Para generar enganche y cercanía, el llamado a la acción es lo primero, y este llamado a la acción es personal. En la actualidad la humanización de las marcas ayuda a fortalecer la armonía y genera recepción o rechazo según lo que deseamos transmitir.
Hay muchas propuestas editoriales que garantizan la hechura de un libro y la puesta en marcha de una campaña que busque posicionar la imagen de marca de la obra y del autor, pero la inversión por parte del autor es mínima. Las ofertas engañosas se sirven de la red para captar la atención de los usuarios, y terminan decepcionados porque el resultado no era el que esperaban.
Publicar un libro es cada vez más fácil. Y las oportunidades más usuales en el mercado. Existen instancias serias que fomentan la cultura y desarrollan programas capaces de incentivar la creación poética y la formación de nuevos escritores para que puedan generar dinero a través de la producción de libros. Pero publicarlo solamente no es suficiente.
Primero hay que separar el proceso de comercialización del proceso de construcción. Cuando una empres te acompaña y te ayuda a crear tu libro pero el precio es inexistente o casi nulo, preocúpate. Un proceso de difusión de una marca y construcción de un proyecto comunicacional va más allá de una inversión baja de cien dólares. Un buen proyecto comunicacional ronda los mil quinientos dólares como mínimo.
Hay que recordar que un proyecto bien materializado garantiza el posicionamiento de una obra o de una idea sea cual sea en cualquier mercado. El interés del escritor radica en poner a la venta su libro. Hay que definir cómo y a cuál público se dará a conocer el producto. Pero hay que comprender el concepto que manejamos.
Sacar con una pinza el hecho sobre que visibilidad y aceptación son dos procesos distintos, y no solo ello, también es imperioso entender que la vida de un libro se basa en la interacción del autor con el otro. Allí surge el lazo inicial y tiene que ver con reconocimiento y valor por el individuo que ha concebido la obra: en conclusión, la marca de tu libro también eres tú, o mejor dicho, eres tú. Sin tu voz no tiene boca y caminará solamente si tus emociones trabajan en caminar bien.
La marca es muy difícil hacerla crecer solo y únicamente si en la mente de quien la crea se expresa la pobreza y el bajo nivel de entusiasmo. Un autor moribundo es aquel que no desea caminar y que hace cargar su fracaso al pensamiento general de pobreza, cuando no se puede o cuando tal vez la incredulidad le atropelle los sentimientos.
La definición del éxito tiene que ver con el sentirse realizado. Si tu libro crece es porque creces en relaciones y también creces en la certeza de anunciar lo que tienes. No necesitas mucho para lograrlo, solo la pasión viva, porque cuando muere la poesía o el género que eliges interpretar con historias y pensares, se diluye en el agua sucia que va y viene en una leve profundidad y con un leve oleaje.
La tristeza termina contribuyendo a que los cultores no deseen avanzar. Y esta se genera por diferentes razones. Estas debilidades deben pensarse y trabajarse. El accionar desde esta emoción ocasiona rupturas en la percepción del público hacia el autor. Y si al creador no le es recomendable fluir con una estrategia porque no conoce los procesos, debe tomar en cuenta contratar a quienes sí se especializan en el trabajo responsable de comunicar para que la obra goce de una campaña comunicacional efectiva.
Esto finalmente le ayudará a incentivarse y a limitarse en lo que hace o pone a hacer a los demás. Pero siempre será necesaria una inversión. Nadie puede pretender ser un escritor emergente y buscar sin estrategias el éxito que tal vez quiere de primer momento pero que tal vez le cueste obtener.
Así que en definitiva, acelerar el pensamiento hacia la cultura y el desarrollo eficaz de sus sueños, es lo más valioso de este camino tan maravilloso que nos ha regalado la vida y se llama: escribir.