En un mundo de tantas divisiones y desamor es inusual encontrar lugares y personas que resalten el valor de la fraternidad.
La fraternidad universal es y ha sido una aspiración profundamente humana, presente – por ejemplo – en almas grandes.
Martin Luther King decía: «Tengo un sueño: que un día los hombres (…) se darán cuenta de que han sido creados para vivir juntos como hermanos (…); y que la fraternidad (…) será el orden del día de un hombre de negocios y la palabra de orden del hombre de gobierno».
El Mahatma Gandhi, refiriéndose a sí mismo afirmaba: “Mi misión no es, simplemente, la fraternidad de la humanidad india. (…) Sino que a través de la realización de la libertad de la India, espero realizar y desarrollar la misión de la fraternidad de los hombres».
La fraternidad universal ha sido también el programa de personas que no estaban inspiradas por motivos religiosos.
El proyecto mismo de la Revolución francesa tenía como lema: “libertad, igualdad, fraternidad”. Pero aunque después numerosos países, al implantar regímenes democráticos, lograron poner en práctica, de algún modo, la libertad y la igualdad, la fraternidad, en cambio, fue más anunciada que vivida.
Pero quien, por el contrario, ha proclamado la fraternidad universal y nos ha dado el modo de realizarla ha sido Jesús. Él, revelándonos la paternidad de Dios derribó los muros que separan a los “iguales” de los “diferentes”, a los amigos de los enemigos. Y liberó a cada hombre de mil formas de subordinación y de esclavitud, de toda relación injusta, realizando así una auténtica revolución existencial, cultural y política.
Desde este principio humano y cristiano, de consolidación en diferentes pensamientos de diálogo y compromiso personal con los demás, podemos buscar afianzar un método de recreación y participación social en un proyecto literario, sea editorial o no. Pero para que este funcione debe resaltar inicialmente y por encima de todo el valor de la fraternidad.
Al romperse este pilar, ninguna persona o grupo podría perdurar. Se hace necesario el tomar en cuenta la vinculación humana. Porque como seres gregarios que se incluyen o salen de grupos sociales estamos en la capacidad de hacer posible que se creen reacciones de confianza y de respeto. Ya esto vendría siendo la fidelización y la afirmación de que existirá una relación sana y duradera, porque se ha afianzado desde un esfuerzo comunicacional y además enfrascado en el amor, desde el conocimiento claro sobre lo que representa la amabilidad y la solidaridad.