5 poemas de la poeta caraqueña María Magdalena Gómez

Mi nombre es María Magdalena Gómez, una caraqueña amante de las letras, Licenciada en Relaciones Industriales con posgrado en Gerencia de Mercadeo.

Soy madre y esposa, además tengo una pequeña compañía artesanal de alimentos.

Tengo un manuscrito que ha sido publicado como parte del libro de Antologías llamado: El Jardín del Tiempo: «Entre Recuerdos y Ausencias” y que lleva por título «El Tiempo de María Guadalupe».

El Ausente

Hola, soy el ausente de tu vida, el que nunca compartió espacio contigo, una palabra, un abrazo tan siquiera un suspiro.

Cuando mis sueños se habían cumplido, tú no existías.

Cuando yo dejaba este mundo, tú nacías.

O tal vez jamás coincidimos en algún lugar.

La vida nunca nos dio la oportunidad de estar juntos, de compartir el amor hacia un ser amado; pero como yo vivo y amo, tú amas y vives en ese tiempo y espacio que jamás fue ni será el mío.

Te amo ausente, pues yo soy y seré un ausente más.

Tantas ausencias se dibujan en el firmamento de nuestras vidas, que nuestras vidas mismas son el reflejo de esas ausencias…

Dulce Ausente donde quiera que estés…

Ausente, desconozco lo que es amarte y esa duda siempre formará parte de mi ser.

Y me pregunto con curiosidad ¿qué habría sido de mi destino si tú hubieras formado parte de mi vida? ¿O qué habría sido del tuyo si yo hubiera formado parte de tú vida?

En realidad, jamás lo sabremos…

A sabiendas de que a esta distancia que existe entre tú y yo no pueden surgir entre nosotros ningún lazo de afecto que nos haga amarnos o tal vez distanciarnos o ¿quién sabe?

Tú vives tU vida y yo la mía y sI por casualidad no cruzamos sólo alcanzamos a vernos como seres vivientes de carne y hueso con rostros indefinidos que deambulan por allí libres de historia y afectos cercanos.

A tus ojos soy una figura fantasmal pérdida en un camino oscuro y sin importancia que enseguida olvidarás.

Por un instante me fijo en tus pupilas dilatadas y vacías que miran sin ver como quien mira a la nada…

Sin embargo, por el mero hecho de compartir esta humanidad que ni tú ni yo escogimos vivir, sé que tú alma alberga amor y emociones variadas hacia aquellos otros que pertenecen a tu círculo íntimo.

Querido ausente, mi vida y la tuya están forjadas por hechos y sucesos de aquellos ausentes que ignoraban que un día tú y yo viviríamos.

A pesar de la distancia que nos separa en mi corazón siento que de algún modo me haces falta aun cuando no puedo ver claramente tu imagen en mis pensamientos y mucho menos escuchar el timbre de tu voz, e imaginar tu sonrisa es un mero ejercicio de ficción.

Desde esta distancia te abrazo con amor querido ausente, pues yo soy y seré una ausente más…

Dios de Dios 

Perdida en mis pensamientos vuelvo al origen, comprendiendo que soy tan diminuta e insignificante como un grano de arena en el desierto. 

Buscando un norte ante un sol abrasador e inclemente, buscando desentrañar los misterios de ese yo al que fui llamada a ser por ese Dios que sueña quizá, ¿enamorado? o quizá, ¿triste?, o tal vez lleno de emociones vedadas a mi humilde condición humana.

Él quizá jamás deseó ser Dios y debió serlo, y también vaga perdido en sus propios pensamientos sintiéndose como un grano de arena en el desierto.

Buscando su norte en aquella la luz de su mundo incomprensible a nuestra mirada humana, intentando desentrañar los misterios de su vida distante de la cual, sin embargo, tú y yo formamos parte en este interminable juego del Dios de Dios…

De la oscuridad a la luz, la luz que emerge de la oscuridad entre los dolores y alegrías de un parto estelar, luz que brilla en la plenitud de aquel Dios de Dios perdido a la distancia y tan cercano a la vez.

De la oscuridad nació entre los espasmos de dolor una partícula de luz, luz que es consciencia de existencia que expandida recrea una secuencia temporal con tintes matemáticos dibujando un mundo lleno de claroscuros donde nosotros habitamos entre sombras y luces.

Entre sombras y luces creemos ilusoriamente que la muerte es el final y el final es el comienzo de un ciclo interminable donde ese yo vestido de una nueva piel vuelve a soñar ilusionado, adquiriendo sabiduría legendaria que nos lleva a crecer en amor acercándonos más a Dios.

Acercándonos más a Dios para fundir nuestras vidas en Él ascendiendo de nivel en ese interminable espiral que nos conduce al Dios de Dios. 

Vivir los días sintiendo a Dios en el corazón…

Hola, ¿me escuchas?, yo sé que sí puedes escucharme y verme, miro a todos lados y no te veo ni escucho desde mi limitada percepción humana, mas sé que estás ahí, puedo sentir tu voz en mi corazón con una cercanía inmensa que a la vez se siente distante.

Sé que puedes verme pues me veo y veo a los demás, tus ojos me sanan y esculpen mi mundo interior.

Valiéndote de esa cercanía me regalaste la dicha de vivir esta mañana que nacía llena de los colores de la aurora y yo ansiosa por vivirla renacía de la oscuridad de la noche.

Los segundos, minutos y horas se fueron desvaneciendo cual olas que morían en la orilla, y yo en soledad las surcaba viviendo a ratos dichosa a ratos entristecida.

Sorprendida fui repentinamente por el crepúsculo vespertino que despuntaba rebosante con sus hermosos tonos coloridos entre el naranja, el rojo y el azul que lentamente se apoderó de todo el cielo antesala a la negra noche que no tardó en llegar con sus fulgurantes estrellas.

Ya en la noche mis emociones mañaneras vivas y coloridas como el arcoíris comenzaron a tornarse opacas y oscuras antesala al sueño que se apoderó de mi deseo de seguir despierta viviendo aquel día 27…, que no el día 28 que hoy no existe.

Inevitablemente, mis ojos se cierran, mi mundo se desvanece, aunque vanamente luchó para evitarlo…, visiones de mi realidad comienzan a entremezclar con el mundo onírico que me arrastra y llama dulcemente con voz encantadora prometiéndome el descanso necesario y esa otra vida que sólo se ofrece en los sueños, antes de perder la conciencia un pensamiento viene a mi mente:

Hoy muere la María del 27, ¿Existirá la del 28 como existió la del 26?…

Soy aquella que…

Soy aquella que te dibujó con el pensamiento antes de siquiera existir.

Soy aquella que te albergó con gusto en sus entrañas, tejiendo sueños de un futuro bienaventurado; la que se enamoró perdidamente de ti desde antes de nacer y luego bañó tu rostro con lágrimas de amor el primer día que te tuvo entre sus brazos.

Soy aquella que incondicionalmente se ha encontrado a tu lado en las alegrías y más aún en los pesares.

También soy aquella que te lee el corazón con solo mirarte a los ojos, y sobre todo la que entregaría la vida sin titubear un instante para que tú estés a salvo.

También soy aquella que no le importa si eres rico o pobre solo importa que eres mi hijo y mi amor no cabe en todo mi ser de lo basto e infinito que es.

Soy aquella que te buscará hasta encontrarte más allá de esta vida, capaz incluso de llegar a la estrella más lejana del firmamento pues, mi esencia misma es el amor.

Firma: Mamá

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