Beatriz Alicia García Naranjo. Poeta, ensayista y profesora venezolana. Correctora profesional de textos, asesora free lance y editora. Magister en literatura venezolana. Sus libros: Mudanzas, propósitos y olvidos, Música de fondo, Tentando el silencio y Rituales de la casa. Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela.
A lo largo de los años hemos tenido algunas buenas conversaciones sobre la poesía y las nuevas tecnologías pero nunca habíamos tenido la oportunidad de concretar una entrevista tan detallada como en esta ocasión. La profesora Beatriz Alicia honra el deber que tiene consigo misma, uno de la palabra donde el corazón se agiganta y muestra una pasión inagotable que entrega a otros, porque le gusta enseñar. En este espacio virtual de entrevista le preguntamos sobre todo aquello que nos acerca a su creación poética y a su vida como literata en general.
¿Cómo influyó tu formación en Letras y tu Maestría en Literatura Venezolana en la evolución de tu poesía?
Mi formación académica tanto de pregrado como de post grado influyó de manera importante en la evolución de mi escritura poética. Incluso podríamos decir que la determinó.
Cuando inicié mis estudios en la Escuela de Letras de la Universidad Central había leído poca poesía, la que se lee de manera obligatoria en la escuela primaria y secundaria.
Cuando inicié mis estudios universitarios en la UCV es que empiezo a leer más poesía y además de la mano de algunos de los grandes poetas y ensayistas venezolanos contemporáneos, que fueron mis profesores: Hanni Ossott, Rafael Cadenas, Ida Gramcko, Guillermo Sucre, María Fernanda Palacios, Alejandro Oliveros.
La Maestría en Literatura Venezolana me ayudó a profundizar en la obra poética de autores venezolanos bajo la orientación de una de las voces más hondas de mi generación, Gabriela Kizer.
Tu obra ha sido traducida al alemán y al sueco. ¿Cómo crees que la traducción transforma el mensaje original de un poema?
Tal como le digo a los alumnos de mis talleres poéticos, la poesía es sonido y sentido, por lo tanto la emoción que transmite un poema está vinculada con el lenguaje, la manera en que el autor se vincula y expresa en su idioma.
Por lo tanto, una traducción siempre es una versión del texto, de algún modo lo traiciona, aún si el traductor logra ser más o menos fiel al original.
La traducción al alemán y al sueco de algunos de mis textos poéticos lo debo a la generosidad del escritor venezolano Enrique Moya, residenciado en Viena, a quien conocí azarosamente cuando estaba traduciendo a algunos poetas venezolanos al alemán y luego donó algunos libros de los autores que había traducido a la biblioteca Nobel, en Suecia.
Tradujo poetas como el maestro Rafael Cadenas. Yo en realidad no creo que mi obra tenga méritos suficientes para estar allí, en la biblioteca Nobel, junto a la obra del maestro Cadenas y otros destacados autores venezolanos, pero por cosas del azar mis versos, mi libro «Acto de fe» particularmente, le gustó a Moya y terminó siendo traducido al alemán primero y luego al sueco.
Porque cuando los libros fueron entregados en Estocolmo se hizo una ceremonia, Moya leyó, traducidos al sueco, versos de los libros que estaba entregando.
En Lugares olvidados, exploras temas como el exilio y el desarraigo. ¿Cómo crees que la experiencia del exilio influye en la creación poética?
Ese es un tema que hemos explorado en dos de mis talleres poéticos online. Leímos autores venezolanos y universales que han escrito libros desde la experiencia del exilio. La mayoría de los participantes fueron venezolanos que vivían en el exterior.
Invité a conversar con nosotros al poeta, profesor y diarista venezolano Alejandro Oliveros, quien actualmente vive en Florencia, Italia y tuvimos una sesión del taller extraordinaria.
Y él conversó con nosotros sobre un libro suyo cuyo tema es el exilio. El exilio es una experiencia radical que te marca personalmente y por lo tanto marca tu obra, escribas sobre el tema o no.
Un libro como «Una isla», de Rafael Cadenas está marcado profundamente por la vivencia del exilio.
En otra oportunidad conversamos con la poeta venezolana Eleonora Requena, actualmente residenciada en Buenos Aires, Argentina y nos comentó que su escritura había cambiado causa de la vivencia del exilio, pero también por su experiencia en las redes sociales. La interacción con sus lectores online. Pero también su vivencia del exilio han sido experiencias radicales que la han ubicado en lo que ella siente como un no lugar y esto ha marcado su escritura.
Igualmente le ha ocurrido a Fedosy Santaella, destacado escritor venezolano actualmente residenciado en México. El desarraigo lo llevó a escribir poesía, porque Santaella inicialmente fue narrador. Pero si poesía es muy narrativa. Con él también conversamos.
Recibiste el Premio Víctor Valera Mora en 1990 por Ciudad Oscura. ¿Qué significó para ti este reconocimiento en ese momento de tu carrera?
Ese premio fue convocado por la Universidad Central de Venezuela, mi casa de estudios. En ese momento yo estaba terminando mis estudios de pregrado en Letras, en la UCV. Y él premio fue algo inesperado.
Había entregado el manuscrito el último día, cuando ya estaba por vencerse el plazo de recepción sin muchas expectativas.
Cuando estás comenzando tu camino en la carrera literaria cualquier reconocimiento es un estímulo para ti. No estás muy seguro de si esos versos que escribes tienen algún valor. Por lo tanto recibir un premio te ayuda a ver que sí, que estás bien encaminado.
Has impartido talleres sobre «Poesía y Exilio». ¿Cómo conectan esos dos conceptos con tu propia escritura y en la obra de los autores que enseñas?
Aunque no he vivido el exilio, es decir, vivir en un lugar que no es el lugar donde nací, donde crecí, donde están mis ancestros. Pienso que en cierta forma todo poeta es un exiliado, en tanto las vivencias que te llevan a escribir, por lo general tiene su origen en el desarraigo, el desacomodo, en experiencias radicales que encuentran en la expresión poética un cauce para expresarse.
De hecho cuando tocamos en los talleres el tema «Poesía y Exilio», conversamos sobre otros términamos que pueden vincularse al tema del exilio. Por ejemplo, iniciamos uno de los talleres leyendo la Divina Comedia de Dante Alighieri, que sufrió el destierro. El desterrado es obligado a exiliarse. En la antigüedad era una pena capital, política por lo general, el desterrado no podía regresar a su ciudad, a su región, si lo hacía ponía en riesgo su vida. Luego de dejar su ciudad Dante nunca pudo regresar, dejo incluso a su familia atrás, su esposa y sus hijos.
Además del destierro, otro término vinculado al exilio es el «insilio», el exilio interior que experimentan algunos exiliados que les dificulta comunicarse.
¿Qué libros y autores han sido tus mayores influencias literarias y cómo impactaron en tu estilo poético?
Como ya expresé tuve el privilegio de ser alumna en la Escuela de Letras de algunas de las grandes voces de la poesía venezolana contemporánea. Hanni Ossott, en particular. Ella leyó mis primeros textos y me enseñó el trabajo de orfebrería de la escritura poética.
Algunos años después formé parte del grupo de talleristas que estuvimos en el Centro de Estudios Latinoamericanos durante un año bajo la coordinación de Armando Rojas Guardia.
Ellos dos, Hanni Ossott y Armando Rojas Guardia son los dos grandes maestros que tuve cuando me formaba como poeta. Si su influencia se refleja en mi escritura no sabría decirlo.
De igual manera leí mucho en mi juventud a Rafael Cadenas y a Eugenio Montejo.
De los poetas universales leí mucho los clásicos de nuestra lengua y también se los leo a mis alumnos: Jorge Manrique, los místicos españoles (San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Quevedo) y de los poetas contemporáneos mi predilecto es Federico García Lorca. Tanto en los poetas clásicos como en Lorca canta la lengua.
Has trabajado como editora además de poeta. ¿Cómo influye tu rol como editora en la manera en que abordas tu propia escritura?
Mi rol como editora, como correctora de textos, y también mi rol como docente, sin duda han afinado mi trabajo como escritora. En tanto que me han permitido ser una lectora más acuciosa de mis propios textos.
Publicaste «Matarilerilerón en 1999, un libro que parece hacer referencia a juegos infantiles. ¿Cómo logras unir lo lúdico con lo poético en esa obra?
La infancia, su recuerdo, siempre estará vinculada al juego, a una manera lúdica de estar en el mundo. Quise recoger en esa plaquette escrita para mis sobrinas, que entonces aún eran niñas, ese mundo lúdico de mi infancia.
Tu poesía ha sido incluida en antologías en varios países. ¿Qué importancia crees que tienen las antologías para la difusión de la poesía, especialmente la venezolana?
Las antologías generalmente nos dan un panorama de los autores de un país o región en un momento dado.
Pero no podemos olvidar que generalmente son selectivas, quien las hace escoge los autores según determinados parámetros personales o de la época. Yo inicié mi línea de investigación sobre la escritura de mujeres hace más de treinta años porque tenía interés en leer a mis ancestras literarias venezolanas y latinoamericanas y entonces había pocas antologías y en las que había encontré muy pocas mujeres o ninguna. Años después empezaron a publicarse estudios y antologías como «El hilo de la voz» de Ana Teresa Torres y Yolanda Pantín, pero a comienzos de la década del 90 no había antologías de mujeres o escritoras poetas.
La poesía contemporánea a menudo aborda temas de denuncia y reflexión social. ¿Qué lugar ocupan estos temas en tu obra poética?
Considero que en mi poesía el tema de la denuncia y reflexión social no son medulares, pero en algunos de mis textos publicados en «Lugares olvidados» hay un claro cuestionamiento de algunos estereotipos sociales de lo femenino, en textos como «La perfecta ama de casa» o «Caperucita buscaba al lobo».
En tu poemario «Acto de fe», exploras un enfoque medieval. ¿Qué te atrajo de esa época para inspirar este trabajo?
Curiosamente, sin conocernos ni ponernos de acuerdo, varias poetas de mi generación abordamos el tema medieval. Sonia Chocrón publica «Toledana», María Antonieta Flores pública «El señor de la muralla» y yo publiqué «Acto de fe». Bueno, ellas son algo mayores que yo en edad, pero son de la edad de mi hermana mayor.
En mi caso, cuando escribo «Acto de fe» tenía más de una década leyendo sobre la Edad Media. En esto tiene una gran influencia mis estudios en la Escuela de Letras. En el primer semestre de la carrera hay una materia llamada «Literaturas Occidentales», en la que se lee sobre la Edad Media, luego la profesora María Fernanda Palacios dio un curso sobre los trovadores medievales. Y había otro profesor cuyo nombre no recuerdo que también dio cursos sobre la época.
También en aquél tiempo, las décadas de los 80 y 90, la Camerata de Caracas dio conciertos con programas dedicados a la música medieval y nos visitó el ensamble francés de música antigua Clemencic Consort. Y también hubo una experiencia personal que me llevó a ambientar la historia de amor del libro en la Edad Media, la persona a quien dediqué el libro también tenía interés en esa época.
¿Qué consejo le darías a los jóvenes poetas venezolanos que están comenzando a escribir en un contexto de crisis social y migratoria?
Un alma cultivada no se deja arrastrar por las circunstancias, que son siempre cambiantes. Sabe que, como expresa el maestro Cadenas en su libro «Anotaciones» su rol en la sociedad es ser contraste.
Les diría que lean mucho, especialmente poesía y si les es posible, busquen con humildad un guía que los ayude a encaminarse en el mundo de la poesía. Que cultiven su alma, que la fortalezcan. Cómo es adentro es afuera. Percibimos lo que nos rodea de acuerdo a cómo lo vemos.
Redacción y entrevista al cuidado de Joiner Villasmil
Amigo Joiner: Excelente entrevista a la poeta amiga Beatriz Alicia. Ella es una voz que acompaña sabia y felizmente, los inicios poéticos de muchos talleristas que crecen a su lado. La poesía disfruta la belleza en su palabra y es portadora del espíritu de una mujer de gran sensibilidad y temple artístico y humano. Abrazos