Patricia Crespo: “La poesía es para mí un acto de intimidad, una exploración de lo interior”

Patricia Crespo Alcalá, licenciada en Filología Clásica por la Universitat de València, coautora de la obra teatral Antígona o la tragedia de Creonte (1999), ha publicado diversos artículos y libros sobre la pervivencia de la mitología clásica en la literatura.

Es autora de los poemarios Erosgrafías (Bohodón Ediciones, 2018) y Cantos de la desesperanza (Bohodón Ediciones, 2020). Ha publicado en distintas revistas internacionales y forma parte de las antologías II Certamen de poesía Aliar (Aliar, 2020) y II Antología de poesía Viejoven (Versátiles, 2021).

Ha colaborado como poeta en las exposiciones «Paraula poder» en Centre Cultural del Carme y en la colectiva «13 Rosas», recogido posteriormente en València Republicana de Néstor Morente (2021, Generalitat valenciana). Asimismo, fue colaboradora del programa radiofónico sobre poesía Mar de muses, dirigido por el poeta Alfons Navarret.

Es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional y de la Plataforma de Escritoras del Arco Mediterráneo.

Ha sido jurado en varias ocasiones de los concursos literarios llevados a cabo por la Firma editorial J. Bernavil, específicamente del Concurso Internacional de Poesía J. Bernavil en los años 2021 y 2022. En estos dos mismos años también realizó la evaluación de las Competencias poéticas Oscar Wilde. Cuatro ediciones donde su criterio y valía profesional dejaron un legado importante tras una selección atinada.

¿Cómo influye tu formación en Filología Clásica en la creación de tu poesía?

            Me apasionaba el mundo clásico y la literatura y encontré en la filología clásica la respuesta a mis inquietudes; por su parte, los autores clásicos me entregaron un saber y una concepción del mundo que asienta los pilares de nuestra cultura occidental. Desde ese legado, tomándolo como punto de origen, desarrollé mi formación filológica y filosófica, que ha quedado en mí como un poso en aquellos conceptos definitorios del ser humano: el destino, la fragilidad de la existencia, el dolor… La traducción, análisis y comentario de las obras me permitió ahondar en la textura de la palabra, la búsqueda de la palabra exacta que reverbera el universo con que trato de enlazar al lector.

Tu poemario “Cantos de la desesperanza” habla sobre la esperanza. ¿Qué te inspiró a explorar este contraste en tu obra?

            Es imposible disociar mi poesía de mis experiencias personales, sin considerar que mi poesía es una poesía de la experiencia. Ese poemario lo escribí durante un período en el que la esperanza de la resolución de un destino para una relación y una situación personal definían mi existencia. Me reconocí en el equilibrio entre la desesperanza y la esperanza, que actúa como impulso de la vida, una dialéctica que le posibilita al ser humano seguir luchando en los momentos más oscuros de la noche, cuando la luz de una aurora nos parece imposible. Un juego de contrarios donde la desesperanza contiene en sí misma el germen de su opuesto, un anhelo de redención que nos impulsa a seguir adelante, como nos proponía Heráclito, una armonía de contrarios.

¿Cómo ves la relación entre el cuerpo y el lenguaje en tu poesía?

            “Erosgrafías” fue mi primer poemario publicado. En él un Eros cósmico se traduce en el cuerpo. Es una vertiente de mi poética que he explorado desde unos presupuestos muy personales. No obstante, me he ido alejando de ello por diversos motivos, aunque es cierto que el cuerpo no abandona mi poética, de hecho, creo que mi último poemario, a punto de salir publicado por la editorial Milenio, expresa la comunión entre cuerpo y pensamiento, esencial en mí. El título de este poemario iba a ser “El cuerpo en el bosque”, aunque finalmente se cambió, pero manteniendo la esencia de la corporalidad. Mi poesía es un modo de traducir mi cuerpo y su lenguaje. El poema se convierte así en un territorio donde el cuerpo se despliega y el lenguaje se encarna.

¿Qué poetas o autores han influido más en tu estilo y temática poética?

            Las raíces de mi poesía siempre están presentes, desde los clásicos, como Safo, Píndaro, Ovidio o Catulo, hasta la contemporaneidad de José Hierro, Luis Cernuda, Olga Orozco o Clara Janés, por ser voces imprescindibles para mí. Pero, es cierto que todo cuanto leo acaba resonando en mí. Siempre he sido una voraz lectora de poesía. Trato de leer voces y propuestas muy diversas, no encasillarme en ningún estilo para explorar los límites poéticos, en especial a mujeres: Rosana Acquaroni, Míriam Reyes, Cristina Rivera Garza, Blanca Morel, María Sánchez, Angélica Liddell, pueden ser algunas de mis lecturas más recientes.

 Has mencionado que la poesía debe sentirse más que entenderse. ¿Cómo logras transmitir emociones profundas a través de un lenguaje tan conciso?

            Defiendo la capacidad de la emoción a través de la palabra y la poesía el medio para ello. Abogo por la concisión, la palabra desnuda, despojada de adjetivación superflua, la no narratividad en el poema, la imagen que queda prendida, la evocación en que resuenan los significados propios y ajenos, una cierta ambigüedad en la que intento que el lector se reconozca y reconozca su experiencia. 

 ¿Cómo ha sido tu experiencia organizando encuentros poéticos como “Lavadero poético” o “Plaza poética”?

            En agosto de 2019 Verónica Herrero y yo nos lanzamos a una aventura de verano, sin mayor pretensión que acercar nuestra poesía y conocer a otros poetas o los intereses poéticos de quienes disfrutaban de Puertomingalvo (Teruel) en esas fechas. El lavadero del pueblo aquella tarde se convirtió en un lugar mágico lleno de poesía y vecinos. En el 2020 con la pandemia no fueron muchos los eventos que se pudieron celebrar allí. Acababa de publicarse “Cantos de la desesperanza” y no había podido presentarlo, porque me llegó a los dos días del confinamiento; se nos ocurrió hacer una presentación en un espacio abierto que las medidas de seguridad recomendaban con una parte de micro abierto. Fue otro éxito. Y en el 2021 el evento se había consolidado. Más vecinos nos comentaban que escribían y les gustaría recitar sus poemas… Sin saberlo se había sembrado una semilla poética. Este año ha sido ya el sexto con una acogida que no deja de sorprenderme y el proyecto, en el cual ya no está Verónica, pero sin quien no habría nacido, sigue adelante con el apoyo del Ayuntamiento de Puertomingalvo, de Begoña Sousa, Manu Vázquez y todos los vecinos que se implican en este evento y los poetas que se acercan a compartir su poesía.

Tu obra toca temas como el deseo y el silencio. ¿Qué rol juegan estos conceptos en tu poesía?

            El silencio en mi poesía es un concepto muy complejo, porque es un espacio. Es el espacio del vacío y la ausencia, de la no palabra, y a la vez es el espacio desnudo para ser, para encontrarme, un locus amoenus donde huir cuando hay demasiado ruido, donde poder escribir. En cuanto al deseo, en ocasiones, se muestra como el antagonista del silencio. El deseo es una pulsión de vida que me lleva hacia el encuentro, abandonando el vacío y la ausencia. En este sentido, son dos fuerzas contrapuestas y complementarias en cuya su fisura brota la palabra poética para expresar la contradicción que me habita.

¿Cómo ves el estado actual de la poesía en España, especialmente para las mujeres poetas?

            Creo que la poesía en España vive un momento de efervescencia y pluralidad, con voces nuevas que se están haciendo escuchar con fuerza. Para las mujeres poetas, sin embargo, sigue siendo un camino complejo, aunque cada vez más visible. Se están abriendo espacios de reconocimiento, pero todavía hay mucho que avanzar en cuanto a igualdad de oportunidades y a superar ciertos estereotipos que aún persisten. La voz femenina está reclamando su lugar, con una diversidad temática y estilística que enriquece el panorama poético actual.

Has publicado en varias revistas y participado en exposiciones artísticas. ¿Cómo ha sido esa relación entre la poesía y otras formas de arte?

            Mi aportación poética a estas exposiciones no ha sido en sí un diálogo con las obras artísticas expuestas, porque eran exposiciones colectivas en torno a una temática compartida, como “Las 13 rosas”. El arte me fascina y su propósito no es diferente al de la poesía, en el sentido de emocionar y conmocionar al público, de hacerles cuestionar sus creencias, de enfrentarles a sus prejuicios, de mostrar otras perspectivas sobre los problemas y la realidad del mundo… De esta manera el arte, cuyo lenguaje puede también invitarnos a reflexionar sobre los límites de la palabra, se revela como una fuente inagotable para la poesía.

¿Qué papel juega la mitología clásica en tu poesía?

            Antes hemos hablado de mi formación en filología clásica, sin embargo, esa base siendo imprescindible para mi poética, no aflora siempre de manera explícita, es más, he rehuido de ello evitando que se tizne mi poesía de un exceso de erudición. Más recientemente, sí me he servido de algunos personajes de la mitología en tanto referentes culturales, no con la intención de subvertir el mito o vehicular a través de ellos pensamientos actuales, sino, más bien, tendiendo un puente entre el pasado y el presente para señalar la vigencia de aquello que expresan y trasciende.

 Como dramaturga y poeta, ¿cómo diferencias tu proceso creativo entre escribir poesía y teatro?

            La poesía es para mí un acto de intimidad, una exploración de lo interior, donde cada palabra busca su propia resonancia. El teatro, en cambio, es un ejercicio de apertura, de creación de personajes y situaciones que dialogan con el mundo exterior y me permite adentrarme en otras temáticas que me preocupan, como la política. En la poesía, busco la palabra justa, el verso preciso; en el teatro, construyo voces que se enfrentan, que se entrelazan en un juego de tensiones y conflictos. Ambos procesos, aunque distintos, se retroalimentan y enriquecen mutuamente.

¿Qué consejo darías a jóvenes poetas que están comenzando en el mundo de la literatura y la poesía?

            Leer. Leer. Y leer. Y más leer. Cuando hayan leído mucho, conocido muchas voces distintas, explorar la suya propia. No dejar de jugar, experimentar y sorprenderse, así como que no tengan miedo de equivocarse, porque en los errores también hay aprendizaje y belleza.

Redacción y entrevista al cuidado de Joiner Villasmil

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