Leonardo López Pezo, 1995, Curicó, Chile. Licenciado en literatura con mención en escritura de guiones. Trabajo como investigador literario en proyectos culturales ligados al patrimonio y la literatura. Autopubliqué en digital el cuento Sucesos (Santiago de Chile, 2021) y Las voces del espacio (Santiago de Chile, 2022).
En adición a eso, me desempeñé como guionista en el metraje El grito del Maule. En el presente, realizo una investigación desde los campos de la literatura, involucrando al flâneur, la poesía y la fotografía. También, fui otorgado y reconocido como ganador del “I Concurso Nacional de poesía Gabriela Mistral 2022”.
Uno de mis poemas está en el poemario Cien poemas para Gabriela (Editorial J. Bernavil, 2022), dedicado a la poeta Gabriela Mistral. Algunos de mis poemas inéditos fueron presentados en el evento cultural “II Fiesta del libro del Maule 2022».
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ELEVACIÓN
Segundos detenidos.
La luz que apunta hacia las cosas se detiene.
El contorno de una mujer elevándose desde el piso.
Sus piernas se doblan ante el inevitable vuelo.
La mitad del cuerpo invertido mirando al precipicio.
El cabello dócil se sostiene al vórtice de sus hombros.
Los pies ya no entienden el peso de su gravedad.
La mirada se opone a la caída, antes que sus manos.
La espalda arqueada marca una delgada línea.
Una curva que se niega a tocar la profundidad de la alfombra.
Ahí entiendo que su movimiento es la danza.
El golpe telúrico del ave cuando despega del suelo.
La palabra que siempre está suspendida y nunca cae.
Entonces, me pierdo en esa quietud y simplemente te miro.
Aunque estés lejos, inmóvil en esa imagen fotográfica.
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INFLAMACIÓN
Un temblor sacude nuestros pies descalzos.
Los brazos estirados hacia arriba conocen de curvas.
Tu cuello descubierto no le teme a la estocada que da el viento.
Tus manos se funden entre sí, y su contorno forma una llamarada.
Sus dedos reconocen la carne perdida en la huella incandescente.
La luz en el visillo proyecta el verso ausente en la pared.
La palabra es un cuerpo estirado vestido de encajes negros.
La palabra es tu cuerpo emulando a los árboles del bosque.
El rostro tiene un camino fijo: arriba de las cosas en la tierra.
Los puntos en el techo del departamento parecen tener respuestas.
Constelaciones inflamadas, cuerpo prendido cuando se le mira hacia arriba.
Uno de tus pies te sostiene.
Tu pierna tambaleando en embestidas se encoge y se adhiere a la otra.
La sombra toca tu abdomen descubierto y de lejos es un vacío abierto.
Yo miro y te encuentro en aquel agujero de forma restante.
Y a lo lejos alguien toca la guitarra.
Me siento con las piernas cruzadas y contemplo tus oraciones.
Me dejo extraviar en la entrega de aquel yoga silencioso.
Me oculto en las zonas oscuras de tu cuerpo.
Geografía anatómica escondidas de otros.
Habitar en la noche será largo.
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TRASCENDENCIA
La alfombra es una fina capa de agua moviéndose.
Tu rostro se niega a bajar hacia la superficie líquida.
El ojo cansado sostiene muchas cosas cuando son vistas.
El zaguán aparece estático ante la mirada ajena.
La elongación de tu pierna y tus brazos me hablan de oposiciones.
Los ligamentos se exponen a la luz del alumbrado.
Tus extremidades en el temblor se refugian en el agua.
Desde lejos, el cuerpo es la forma del infinito.
Y un gato camina sobre tu silueta contorsionada.
Agacha su cabeza cuando el sol se esconde.
Madrugada y un rayo que aparece en el ruido.
En tu cuello se levanta la urdimbre que no termina.
Tus muñecas sostienen el collar de mostacillas.
Recorrer en círculo siempre es infinito.
Thanatoste observa y no se encuentra a sí mismo.
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EMBARCACIONES
La espalda arqueada en mitad del piso.
Las piernas dobladas hacia atrás.
Te mantienes sin las manos.
Ellas descansan sobre tus pies descubiertos.
En el tacto de tus pies y las manos una punta.
Un punto de fuga en mitad del aire condensado de la sala.
Emulas la forma de un barco que mira de frente.
Otros barcos llegan después de ti.
Cada uno con un trozo de mar propio.
Y en mitad de los mares un vacío brillante.
El agua es un espejo que refleja tu sombra.
Tu nombre lo revela una bandera negra y blanca.
Símbolo de tela a media asta que el cielo hunde.
El sonido de una flauta dulce te obliga a cerrar los ojos.
La madera cruje con soltura en la exhalación.
Comienzas a zarpar con el cantar de los pájaros.
Te alejas con el sonido del agua chocando la baldosa.
Ambos sabemos con certeza que solo tenemos un destino.
Una despedida de marineros, lo que se deja y nunca se busca.
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PUENTE
Su rostro mira el suelo.
La espalda muestra sus heridas.
La columna sigue un camino diferente al cuerpo.
La mano está suspendida en forma recta.
Su pierna arqueada toca el piso.
Un triángulo impreso en la uniformidad de la pared.
La cadera se levanta como un rascacielos.
Una curvatura que significa puente en el lenguaje del espacio.
Un telar uniendo los objetos del suelo y lo adherido al techo.
La ventana se mantiene abierta.
El aire entra de golpe y choca contra tu anatomía.
Tus músculos tensos.
Tus piernas tiemblan constantemente.
No aguantas el peso de tu ropaje.
La respiración se entrecorta.
El telar adherido al cuerpo mantiene su presión.
El viento implica el cambio de dirección.
No hay tiempo para pronunciar la palabra de auxilio.
Caes.
Leonardo, fue agradable la lectura de tu creación, un estilo muy particular de decir, volví a navegar en la piel de tus letras, gracias gracias por abrir en la poesía una ventana.